Las grandes fundaciones y empresas no quieren ser casta
Fecha publicación: 2015-09-29
Antes de la debacle financiera y en pleno SXXI, las grandes empresas eran admiradas porque servían en bandeja de plata sabrosos dividendos a muchos accionistas que ni siquiera necesitaban entender el negocio para ganar dinero, daban créditos baratísimos, generaban cientos de miles de puestos de trabajo y encarnaban como nadie la euforia de los años del boom. En la prensa económica internacional las llamaban, en riguroso español, “conquistadores” y algunos de los señores del ladrillo se permitían montar una paella en el corazón de Nueva York para miles de personas. Al fin podían decirlo bien alto: Spain is back.
Alrededor de 2008 se percibió nítidamente el descarrilamiento
de ese gran sueño. Fue a partir de entonces cuando los gigantes de los negocios
empezaron a ver sus nombres asociados sin discriminación alguna a los despidos
masivos, a las malas prácticas de algunos que se extendían gratuitamente a
todos y a un sistema que un nuevo partido político mayoritario –Podemos– y
sus simpatizantes esperaban enterrar. El Spain
is back se había convertido en The
Pain in Spain y los que se habían acostado y dormido en los laureles como
grandes “conquistadores”, tenían que despertarse ahora como parte de “la
casta”. Antoni Ballabriga, director global de Responsabilidad y Reputación
Corporativas de BBVA, reconoce que “hemos perdido legitimidad por errores
propios y ajenos y por no poner en valor todo lo que hacemos por la gente”.